Como médico, cada día cuida de aquellos de nosotros que luchamos contra la infertilidad mientras buscamos el remedio a los problemas que nos impiden concebir o llevar en nuestro vientre a un hijo hasta el nacimiento. Apreciamos su arduo trabajo y dedicación para ayudarnos. Sabemos que se preocupa profundamente por nosotros, por eso queremos compartir algunas cosas que debe saber para que pueda apoyarnos mejor mientras caminamos este camino difícil y solitario de infertilidad.

Necesitamos que realmente escuche cuando expresamos nuestras preocupaciones.

Cuando se trata de la salud reproductiva, muchos de nosotras, en un momento u otro, nos hemos sentido ignoradas, “despreciadas” o incomprendidas. Cuando expresamos preocupación por no haber concebido todavia, o haber experimentado una pérdida (o múltiples pérdidas), estamos poniendo todas nuestras esperanzas y sueños de maternidad en sus manos. Sabemos lo ocupado que está, pero tómese el tiempo para comprender nuestra situación única y comprender nuestra lucha personal. También sepa que, además de nuestro cónyuge, es posible que usted sea la única persona con la que nos sentimos cómodas hablando de esto.

Nuestro dolor es real, y es físico, emocional y espiritual.

Si bien un diagnóstico físico probablemente nos llevó a su consultorio, la infertilidad y la pérdida también tienen componentes emocionales y espirituales que son muy dolorosos. Como médico, no tenga miedo de sugerir que su paciente vea a un terapeuta y/o a un director espiritual para ayudarlo con el proceso de duelo. Como pacientes, podemos pensar: “No debería necesitar ayuda profesional”, o “No tengo nada por lo que afligirme”, y podemos estar inconscientemente esperando que alguien nos dé permiso para buscar ayuda. Como alguien con vocación de cuidar a la persona en su totalidad, puedes ser tú quien dé ese permiso.

La Iglesia Católica tiene enseñanzas sobre las tecnologías reproductivas…

Estas enseñanzas nos ayudan a comprender que la maternidad es un regalo y no un derecho, y cómo podemos participar con Dios en Su obra creativa, sin quitarlo de la ecuación ni tomar Su lugar. También buscan preservar la dignidad del vínculo conyugal, ya que todo hijo merece ser el resultado directo del amor entre su madre y su padre en cooperación con Dios. Por estas razones, las tecnologías de reproducción artificial como la FIV, la IIU, la donación de semen u óvulos y la gestación subrogada, entre otros, no son considerados medios lícitos para lograr la concepción por parte de la Iglesia Católica.

…y sí, son importantes para nosotros.

Muchos católicos que experimentan infertilidad, en algún momento durante el proceso de búsqueda de tratamiento, han tenido que defender nuestras creencias en la mesa de examen. Tenga en cuenta estas enseñanzas y absténgase de presionar indebidamente o avergonzar inadvertidamente al paciente. Especialmente dada nuestra posición vulnerable, es muy difícil tener que explicar que no estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para lograr la concepción si eso significa ir en contra de las enseñanzas de la Iglesia. Lo más importante para nosotros no es concebir por ningún medio necesario, sino cooperar con la voluntad de Dios y estar con Él en el Cielo.

Nuestras vidas y matrimonios pueden ser fructíferos, incluso si nuestras esperanzas de tener hijos biológicos no se realizan.

No todas las historias de infertilidad terminan con un bebé, pero eso no significa que nuestro deseo de ser padres no se cumplirá. ¡Este deseo es bueno y es dado por Dios! Las vidas y los matrimonios de las personas con o sin hijos son fructíferos de muchas maneras; por ejemplo, cuidando a otros niños, adoptando a niños, trabajando en nuestras comunidades y más. De hecho, creemos que, como médico, usted vive su paternidad espiritual sirviendo y cuidando a su pacientes todos los días. Puede alentarnos recordando que incluso si el tratamiento no tiene éxito, esto no significa que nuestra fecundidad será limitada.